El maltrato entre hombres y mujeres ha sido siempre una constante. Los unos, abusando de su mayor fuerza física; las otras, de su mayor capacidad lingüística para agredir a los demás en caso de conflicto mal gestionado o incluso abusando del clima de odio contra el hombre generado por los políticos, ávidos de votos femeninos para perpetuarse en el poder y vivir del dinero público y no de su trabajo (?).
Si consultamos la página oficial del Instituto Nacional de Estadística (www.ine.es), nos llevaremos la desagradable sorpresa en la que se basa esta gran conspiración contra los hombres y contra las relaciones en la pareja: No hay forma de encontrar el reparto de votos según sexos.
Es de dominio público, aunque no todo el mundo lo sepa, que los diferentes gobiernos deciden en secreto qué información dar a los ciudadanos y cómo, así como qué información escamotear a los ciudadanos. En nuestro caso, la utilidad para los corruptos que toman estas interesadas decisiones no es otra que la de ocultar la relación entre sus "políticas" (que deberían ser llamadas con más propiedad "tramas conspiratorias") y los resultados en términos de votos. Pero, para cualquier persona inteligente, esta escandalosa omisión de datos disponibles en la web del INE sólo puede significar una cosa en el asunto del maltrato entre personas de distinto sexo: que el número de votantes es mucho mayor entre las mujeres que entre los hombres, y que las "políticas" a favor de la mujer, por muy inconstitucionales que sean (ya que afirman al mismo tiempo que todos los españoles somos iguales ante la Ley), son rentables para los corruptos mandatarios en términos de votos.
Hace unos días, un juez español ha reconocido en una sentencia que los políticos gobernantes son unos burros, al tiempo que mostraba su total respeto por los simpáticos equinos. Pues bien: España no puede seguir en mano de esos animales, así de claro. Esos bípedos con alma de cuadrúpedos no se merecen todos los privilegios que nuestros equivocados votos les otorgan. Y nuestra responsabilidad es clara: Hay que darles la espaldas en las urnas. Esto significa dejar de votar. O, en el peor de los casos, votar a quien más daño haga a estos rufianes que manejan los hilos de nuestro destino desde la más corrupta de las actitudes. Quien esto suscribe, consideró en su momento que Rosa Díez y su UPyD eran quienes mejor recogían estas tesis que aquí vertemos y por ello se ganó nuestro voto hasta hoy, aunque persistan en nosotros ciertas dudas sobre su respeto a que las mujeres puedan decidir sobre su embarazo hasta los cuatro meses de gestación, que es cuando el Sistema Nervioso Central se ha desarrollado y se puede decir que ya hay un ser humano "suficiente", y no desde la concepción, como ignorantemente propagan políticos necios como Gallardón, infame Ministro de Justicia (?).
Abundando en la web del INE, hay que mencionar algo positivo en esta ocasión, y es que no cae en el uso mezquino del lenguaje que los políticos de partidos como el PP, el PSOE e IU, además de los sedicionistas nacionalistas vascos y catalanes, hacen a diario para "fidelizar" el voto femenino, mayoritario a todas luces. En concreto, no aparece en toda la web la palabra "género", y sí "sexo", y con muy buen criterio. Pues la Lengua Española, por fortuna, es moderada en su corrección por la Real Academia Española de la Lengua y no por los viles partidos políticos que nos gobiernan (?). Ni por inútiles aúpadas al poder por su familia, como la afortunadamente desaparecida y muy incapaz Bibi Aído, con sus ridículas y delirantes "aportaciones" al Castellano, que ya disfruta de un buen sueldo y de una pensión vitalicia por sus chirigoteras ocurrencias en su breve y delirante periodo de...¡ministra! ("Mini", en su caso).
Aclaremos, así, los términos: En Español o Castellano, como se prefiera y mientras no diga lo contrario la R.A.E., sólo se puede hablar de "sexo", y no de "género", cuando nos referimos a las personas. Existen dos sexos: masculino y femenino, mientras que existen tres géneros: masculino, femenino y neutro. De modo que hablar de "Violencia de Género" no es más que otro acto perverso (e incorrecto, lingüísticamente) para crear confusión entre los ciudadanos y satisfacer al ala feminista radical de las féminas, votantes mayoritarias en nuestro país, en su sed de venganza frente al hombre.
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